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jueves, 18 de septiembre de 2014

Una ciudad con duende

@DSCblog  #DescubreSienteConoce
Nunca había habitado en mi cabeza la idea de ir a Dublín. Es un ciudad de la que apenas conocía nada. Varias personas de mi entorno habían ido en varias ocasiones y habían vivido experiencias de todo tipo, no todas agradables, por lo que la experiencia no me entusiasmaba demasiado.
Foto propia
La imagen que tenía de Dublín y de Irlanda, en general, es la de un lugar en el que abundan los paisajes verdes, el ambiente rural y cuyos habitantes tienen un carácter frío, distante y aspecto rudo. Como decía Edna O¨Brien "cuando alguien me pregunta acerca del carácter irlandés, digo mira los árboles. Mutilados, crudos y deformes, pero ferozmente tenaces". Y en parte ese era el concepto que yo me había hecho viendo la película "Tenías que ser tú"(Leap year), que transcurre en tierras irlandesas.
Unas semanas antes de viajar a Dublín, en parte motivada por los nervios y en parte por la necesidad de conocer algo más del lugar al que iba a viajar, consideré oportuno buscar información en Internet y en varios libros. Ese primer acercamiento a la ciudad de Dublín ya me hizo descubrir cosas que hicieron aumentar mis ganas de viajar a la ciudad irlandesa.
Así que con ganas aunque no demasiadas, decidí viajar a Dublín cuando tenía 16 años con la intención de mejorar mi inglés. Tras un viaje de hora y media aterricé en Dublín un 30 de junio y tal y como dicta la tradición cuando llegué  me encontré un ambiente lluvioso y frío. Qué decir que esa primera visión me produjo una sensación de malestar anímico. Olvidando el tiempo frío y lluvioso traté de centrarme en buscar mi nombre entre las cartulinas que alzaban varias personas encargadas de llevarnos con las que iban a ser nuestras familias durante un mes. En apenas veinte minutos conocí a mi familia irlandesa que serían los encargados de cambiar en pocas semanas el concepto que anteriormente tenía de Irlanda.  
Lo que descubrí y que hizo tan gratificante la experiencia de viajar a Dublín no solo fueron sus paisajes, sus tradiciones, sus alimentos típicos o su peculiar música celta sino sobre todo ser recibida y tratada tan amablemente por sus gentes y, por supuesto, la posibilidad de conocer a personas de países tan diferentes. En definitiva una ciudad con tanto duende como su famoso leprechaun.
Ya ha transcurrido algo más de un año desde mi viaje a Dublín y muchas veces pienso en volver a ver la estatua de Molly Malone, viajar en el "luas" o recorrer los pasillos del Trinity College.
En los posts siguientes os iré descubriendo poco a poco la ciudad de Dublín para que os surjan las ganas de visitarla.
Aquí os dejo la canción Molly Malone del grupo Dubliners.


Y ya sabéis #DescubreSienteConoce

Publicado por Naiara Conde, colaboradora sección de Irlanda


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