@DSCblog
#DescubreSienteConoce
(Fuente de la imagen:http://www.telegraph.co.uk/)
Tenía trece años cuando visité los Países Bajos. No había demasiados días para conocerlos bien. Había que decidirse por una o dos ciudades. Mis padres escogieron Ámsterdam.
Llegué a la ciudad tras un largo viaje que me dejó exhausta.
Pensaba que no aguantaría ni un segundo. Pero al pisar Amsterdam por primera
vez esa sensación de cansancio desapareció por completo. Quedé fascinada por
esa hermosa ciudad. Lo único que quería era recorrerla entera y no
dejarme ni una sola esquina por descubrir.
Lo primero que me fascinó fueron sus canales. Me recordaron en gran parte a Venecia. Corrí hacia el extremo izquierdo de un puente, para poder
asomarme, mientras mi madre me gritaba, temerosa de que me perdiese. Todo en sí me
maravillaba. Las casas fueron algo que llamaron mi atención. Era tan estrechas, estaban inclinadas hacia delante y, lo más importante,
tenían una especie de gancho en el tejado. Eso sí que me descolocaba. Más tarde
me explicaron el porqué. Aun así, me parecían muy bellas, tan diferentes a
cualquier otras que hubiese visto. Esa ciudad tenía una especie de magia que me
embaucaba.
El aire era completamente puro. Apenas veías coches por la calle. Casi todos optaban por moverse en bicicleta. Algo que influía de forma muy positiva en el carácter de sus ciudadanos, pues no parecían estar tan estresados y malhumorados como en otros países. Más bien, todo lo contrario. Siempre respondían a todo lo que les preguntábamos con una espléndida sonrisa. No importaba las veces que lo tuviesen que repetir o el tiempo que perdiesen. Ellos siempre nos ayudaban gustosamente y de la forma más educada que jamás había visto.
Entonces llegó el momento de visitar el Barrio Rojo. Esto parecía ser lo más conocido, y la verdad es que tenía algo de morbo pisarlo y verlo en persona. Siendo sincera no me decepcionó. Tampoco tenía edad suficiente como para verlo con profundidad y enterarme de todo en sí. Pero me pareció un sitio interesante, peculiar, diferente a todo, algo que se salía completamente de mis esquemas, algo que no parecía real. Una parada obligada para cualquier turista. Los Coffee shop, las prostitutas exhibiéndose en los escaparates como si fuese lo más normal del mundo, la gente que estaba por ahí... vamos, que en ese momento me pareció algo divertido que ver. Ahora me doy cuenta de que era algo más complejo de lo que en su momento me resultó. Aún así, han pasado seis años y cada vez que pienso en Ámsterdam una sensación, difícil de explicar, pero muy agradable, invade todo mi cuerpo. No he conocido lugar en el mundo que me haga olvidarla, ni que le haga al menos un poco de sombra.
Todos los post que suba a este blog serán de los Países Bajos y, en especial, de su capital Ámsterdam. Para despedirme os dejo una frase del escritor John Green y un pequeño vídeo sobre la ciudad que consiguió enamorarme.
“Some tourists think Amsterdam is a city of sin, but in truth it is a city of freedom. And in freedom, most people find sin.” - John Green
Cualquier duda, pregunta o curiosidad que tengáis, no dudéis en preguntar.
Y ya sabeís, #DescubreSienteConoce .
Estos posts son 2.0, haz tus comentarios mediante Twitter con el anterior hastag o pregunta por ASK.
¿Eres curios@? Haz click sobre palabras subrayadas en amarillo para obtener más información.
Raquel Abete Lainez
Colaboradora Sección los Países Bajos
No hay comentarios:
Publicar un comentario