D.S.C.: American way of life

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Se abrió la puerta del Aeropuerto Internacional de Washington Dulles y vimos a nuestras familias con globos, carteles, regalos y chillando como locos. Sí, habíamos llegado. En aquel momento, empezaba lo que me pareció a mí una película. A partir de ahí empezaron tres semanas llenas de emociones que a mí me impactaron muchísimo.

Lo primero fue la casa donde yo estuve viviendo, típica casa con porche , jardín delantero y garaje. Hecha de madera en una urbanización en la que todas las casas son iguales. Por dentro más de lo mismo, el salón y la cocina separados por una barra, el suelo enmoquetado y el perro siguiéndote a todas partes. Mi familia fue muy agradable conmigo en todo momento, se portaron de maravilla y hay que decir que no comí mucha comida basura. Puesto que desayunábamos en casa, comíamos en el colegio y cenábamos la mayoría de los días en casa. Y todo estaba riquísimo.

El fin de semana estuvimos por la ciudad y visitando lugares que a la familia le gustaban mucho y a mi también me gustaron muchísimo. Por el National Mall, que aparecía en muchas películas y resultaba increíble que lo estuviese viendo en realidad. Desde el Capitolio, pasando por Air and Space Museum, por el Natural History Museum, por el Obelisco hasta llegar al Abraham Lincoln Memorial.

Todo eso el fin de semana, pero durante la semana fuimos a clase, lo que podía resultar aburrido, pero para mi no lo fue, ya que acompañábamos a la chica o chico con el que estuviésemos en casa y nos divertíamos mucho. Fue abrir la puerta de Bishop Mcnamara High School y era una película de adolescentes americanos, el pasillo repleto de gente, con los libros arriba y abajo, hablando apoyados en las taquilla, la gente en la cancha de baloncesto jugando a las ocho de la mañana, cantando, tocando instrumentos... Era una autentica locura.

Danielle, la chica con la que estuve yo en casa, asistía a clases como coro, historia, español, piano, orquesta... Y había otras personas que todas las asignaturas que tenía eran deportes. Era alucinante pensar que ellos tenían tanta variedad y nosotros nos teníamos que conformar con matemáticas, historia, naturales, lengua, inglés...

Fue sin duda el modo de vida de allí lo que mas me impactó. El que los chavales de mi edad fuesen tan independientes con su coche, tuviesen tantas responsabilidades, la unión que se notaba en la casa, entre toda la familia. Y sobre todo lo acogedores que fueron ellos conmigo.

Y ya sabes, #DescubreSienteConoce